La Campana, micro ecosistema del desierto
José Flores Ventura.
A escasos 22 kilómetros de la ciudad de Saltillo por la antigua carretera llena de curvas a Monclova se encuentra un oasis temporal entre la caprichosa forma geológica de la sierra que ha levantado un paredón de roca enorme que los lugareños llaman “La Campana” por el parecido que en ella adivinan. Bajo esta pared una mancha de arbustos y encinos viejos marcan el paso de un manantial de agua cristalina que hace de este sitio un vergel lleno de vida digna de mencionar.
Sobre las mismas rocas que se apilan en los lomeríos cercanos y sobre la pared se encuentran pinturas rupestres, algunas decenas de petroglifos, unos tres morteros en el lecho del arroyo donde los antiguos molieron sus granos e infinidad de campamentos permanentes que en forma de hogueras extintas se hallan dispersan en la vera del arroyo. Esto demuestra la gran importancia que tuvo el sitio para el sustento de los naturales antes de la llegada europea; seguramente aquí cazaban y obtenían recursos para su sobre vivencia además del abrigo proporcionado por el paredón. Con la llegada de los colonizadores y hasta la actualidad se hicieron varios intentos infructuosos para contener el agua ya que se observa a lo largo del cauce muchas ruinas bien elaboradas de paredes y contrafuertes de roca y argamasa tan antiguas que se confunden entre las colinas rojizas colindantes, demolidas por la fuerza del agua que en forma de estruendoso torrente en épocas de lluvia fuerte bajan de las montañas por el oriente.
Este sitio aún es ideal para el descanso placentero bajo las sombras de encinos hasta donde van a posarse infinidad de aves que hallan también propicio para proveerse de alimento. Muchas de ellas son emigrantes, van de manantial a manantial hasta los confines del norte para pasar el verano y de regreso en invierno vuelven a descansar en estos mismos lugares. Las golondrinas y rapaces hacen sus nidos en las oquedades de la roca lo mismo que ardillones negros, lagartijas, serpientes pasando por murciélagos a nidos de avispa o abeja. Todo en conjunto hace de este sitio un micro ambiente diferente al resto que lo rodea que es matorral semidesértico donde predomina la gobernadora y lechuguilla. Los pobladores han hecho algunas parcelas con nogales que limitan al sur el cauce pero sin tocarlo respetando al menos en lecho natural que el agua cava en su travesía cuesta abajo.
Grandes arbustos de Lantana crecen en las paredes de arroyo y cuando el tiempo propicia su florecimiento en forma de bellas flores multicolores, las mariposas se sienten atraídas por su néctar e impresionante colorido, también es la época que coincide con la llegada de mariposas de muchas especies mientras en el suelo cubierto de sales minerales que el agua deja en la orilla es alimento de estos insectos que van y posan en los lodos a veces en grupo numeroso o solitarias que parecen hojas temblorosas al batir de sus alas delicadas y suntuosamente adornadas.
Solamente en las temporadas más secas el agua deja de correr dejando tras de sí una salitrosa silueta al fondo del arroyo tan blanca que quema los ojos con la iridiscencia del sol a cenit; miles de pisadas en el lodo seco parecen atestiguar la abundancia cuando el agua aparece, paradójicamente en el paredón de roca de La Campana un rastro de enormes huellas fósiles atestigua también una época de agua continental o marina hace millones de años cuando esta roca era lodo fresco a la orilla de un lago o mar próximo, cuando este lugar de Coahuila era cuna de los dinosaurios y reptiles que dominaban el mundo Cretácico hace 70 millones de años.
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